Eliseo
Mora Yovera1
“Y así anduviste
un sinfín de tiempo
buscándole forma a mi vida
tratando de salvar
tu orgullo de madre decepcionada
y así se te fueron tus días
y tus noches
y tus oraciones
pidiéndole a tu Dios
que cuidara a tu niño viejo
se hicieron mas largas
y lagrimosas”
Hace
500 millones de años, cuando Oikopleura,
(último ancestro conocido de la especie humana, organismo
planctónico marino) dejó el mar, es probable que debido a los
primeros impulsos existencialistas de la especie humana, buscó de
guarecerse y pretendió plasmar la razón de su presencia. En ese
mundo de experimentos de la propia naturaleza, es factible que vertió
los criterios éticos; inicialmente, mediante el animismo y
posteriormente, a través de los tótems, de la pintura, representó
su mundo existencial y por ende, su cosmovisión. De este modo,
añadió nuevos aditamentos para dejar evidencia de sus huellas. Con
la oralidad dio cuenta de su identidad, es decir con la palabra. Esta
fue acompañada de la danza como celebración o luto. Todavía la
música era una triada que contenía la danza y la poesía.
Consecutivamente, estas manifestaciones, heredan y se transforman en
la génesis de las artes. Se debió esperar varios siglos para el
surgimiento del cine, el cual es considerado como el séptimo arte.
Esta reflexión va compaginada con el pensar de Ricciotto Canudo,
(1911:6), para quien todas las artes tienen como finalidad
“…permitirle fijar todo lo efímero de la vida, en lucha contra
la muerte de las apariencias y de las formas, enriqueciendo a las
generaciones con la experiencia estética.”3
Ciertamente,
no pretendo realizar una “Teoría” de las “Siete Artes” del
mencionado autor; sólo invito a esta fugaz y plácida reflexión,
para remontarnos a los albores de la humanidad, con la intención de
apoyarnos en el estribo y trepar al “caballo luminoso”, con fuete
en mano, para perpetuar en el espejo del aire el “sueño de
inmortalidad en el espacio y en el tiempo”. Escudriñamos que, este
goce da cuenta de los rastros de la humanidad y del deleite estético,
ambos hilvanados en correspondencia con su presencia física. Tales
tránsitos condujo a Ricciotto Canudo (1911) a adquirir la noción de
un mundo que transcendía su encantamiento.
El
autor que se interpreta in extenso es Lucas Barreto o Lucas de Juana,
(2013), quien se interroga sobre sus designios y ante las
explicaciones convincentes se elevó para encontrarse con los dioses
y a partir de allí, confecciona una cosmogonía que le permite
entender y explicar su presencia. El mundo es una invocación
masculina, las constantes reminiscencias a Dios o Dioses lo encumbra
a la génesis de la especie humana y su vivencia social; así lo
afirma Lucas Barreto (2013), en el poemario “Dioses
y demonios”4:
“Pero
el hombre puro
comprendió
que Dios
esta
en él y no en los templos
de
Roma ni Galilea.”
Lucas
Barreto,
(2013),
enarbola la concepción robinsoniana de la esencia pura del ser
humano. La sociedad es el infierno para las andanzas, coincidiendo de
esta manera con Charles Pierre Baudelaire (2014:21), en donde Dios es
la personificación humana, como lo podemos observar en si trabajo
“Paraísos artificiales”: “Con frecuencia he pensado que, si
Jesucristo compareciera al presente en el banquillo de los acusados,
encontraría algún acusador público que demostraría que la
reincidencia empeora su caso”.5
De
la misma manera, destaca la actitud cercenarte de los patrones
societales, los cuales son patíbulos contra aquellos redentores que
trastocan las pautas culturales hegemónicas, por los cuales son
acusados, lapidados y conducidos al suplicio, sin importar si
encarnan al mismo Dios. Además, plasma a Dios como el protector de
la sociedad, como lo refiere Lucas
de Juana (2013), en
el poema “En nombre de Dios… Diganme?”:
“Y
dígame usted Dios
hasta
cuando va a permitir
que
esas inquisidoras cruzadas
sigan
echándole vaina al mundo en su nombre.”
Otras
veces, la relación que mantiene Lucas Barreto con Dios es la
imploración, la indulgencia para que lo proteja de la violencia
desatada por los representantes de la sociedad. Esos sabuesos
petrificantes de una cosmovisión, como lo reseña, Baudelaire
(2014:61), en “Las flores del mal” en el poema “Un fantasma”:
“Yo
soy como un pintor
que
un Dios burlón condena a pintar,
¡ah!
sobre las tinieblas;
Oh,
cocinero de apetitos fúnebres,
Yo
hago hervir y como mi corazón,”6
El
poemario “Dioses y Demonios”, de Lucas Barreto (2013), contiene
24 poemas, de los cuales en 9, se menciona a Dios de manera
reiterativa desde diferentes enfoques. Veamos como lo representa el
autor:
TEOCENTRISMO
EN LUCAS DE JUANAS.
Poemas
|
Dios
|
CREADORES
DE DIOSES Y DEMONIOS
|
“Que
callar era un agrado para dios”
|
“Era
una vergüenza ante los ojos de Dios”
|
|
“ para
llegar a Dios.”
|
|
“Y
de negar al Dios que crearon”
|
|
“Comprendió
que Dios”
|
|
“porque
Dios me lo pidió”
|
|
“a
qué Dios le pedimos”
|
|
“a
que Dios le va a pedir”
|
|
“Y
dígame usted Dios”
|
|
|
|
HOMOS
HOMOSEXUALES
|
“a
Dios y a tus prójimos”
|
“Y
pídanle a Dios”
|
|
|
|
MAITA
|
“pidiéndole
a tu Dios”
|
“tu
Dios me abandonó también”
|
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|
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UNA
DIOSA QUE SE DISFRAZO DE MUJER
|
“Y
si Dios concediera tres deseos”
|
|
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MADONA
|
“creo
que se lo llevó el Dios del tiempo”
|
|
|
SUBITA
METAMORFOSIS
|
“mata
mi Dios Morfeo y roba mis sueños.”
|
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SAGRADA
SEMILLA
|
“Nuestra
pasión será como un Dios”
|
|
|
LUCITA
|
“la
que Dios bendice por siempre.”
|
|
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CLAUDIA
|
“Filigrana
de Dios tu eres”
|
Se
destaca que la ordenación de los poemas guardan relación con el
modus vivencial: madre-vida-descendientes (Maita,
Súbita Metamorfosis,
Lucita y Claudia).
Dios emerge como ruego ante el abandono, así lo refiere Lucas
Barreto en el poema Maita:
“pidiéndole
a tu Dios”
“tu
Dios me abandonó también”
Por
otra parte, en
el poema “Súbita
Metamorfosis”, lo
transfigura de una manera sincrónica y “mata mi Dios Morfeo y roba
mis sueños.”; mientras que en los poemas: “Lucita” y “Claudia”
el Dios alcanza la personificación tangible “Filigrana de Dios tu
eres”.
A
pesar de que, la sociedad es un caos, esta situación permite
encontrar similitud con la Cosmogonía de Hesíodo, en el cual el
Dios Crono se transforma en vengador de la madre.
En
nuestro caso, se transforma en justiciero de los hombres, hallando
allí analogías. Así lo refiere Hesíodo cuando menciona al
todopoderoso del tiempo: “Madre, te prometo que puedo realizar ese
trabajo, puesto que no siento preocupación alguna por nuestro odioso
padre, ya que fue el primero en maquinar obras indignas”.
Mientras
que Lucas Barreto en el poema Madona, escudriña para perpetuarlo:
“creo que se lo llevo el dios del tiempo”, es decir el tiempo se
transforma en el vengador del hombre, escenario que vuelve a plantear
en el poema Luz Pletórica Luz, cuando señala:
“Tú
intrigas,
Tú
encantas,
eres
como una eterna primavera
como
una ninfa burlándose de Cronos.”.
En
la cosmogonía de Lucas Barreto (2013), al igual que Hesíodo y la
Biblia, las categoría “Luz- Día” se convierte en el escenario
para la vida, para preservar la naturaleza, como se puede comprobar
en el poema “Lucita” en “Eres lucecita de Luz”; es decir, la
permanencia en el tiempo, el espacio es continua; pero, es bajo la
presencia de fenómeno físico inmaterial, sobre el cual es posible
la creación. Hasta aquí guarda similitudes con “El mito olímpico
de la creación”, como lo señala Robert Graves en “Los Mitos
Griegos” (1985:87): “En el principio de todas las cosas la Madre
Tierra emergió del Caos y dio a luz a su hijo Urano mientras
dormía.”7
Con
referencia a la “Noche(s)” las menciones son escasas, mientras
que las alusiones “luz-día” son numerosas y bajo este
escenario en donde
afloran los dioses y las diosas, bajo la férula de una cosmovisión
ética, en donde conviven y se repulsan los valores del bien y el
mal.
El
teocentrismo es evidente, tiene por génesis el caos;
subsiguientemente se incorpora la prole:
Madre-vida-descendientes, rodeada de un manto trágico que se desnuda
a través de las suplicas y las evocaciones.
En
la primera generación, esta Dios promotor del caos. La segunda
generación esta representada por la presencia de las diosas y los
dioses, y finalmente, la tercera generación, aparecen las mujeres y
los hombres envueltos en torbellinos de imperfección, quienes viven
y se desviven en sus tragedias al convivir en sociedad.
En
lo que respecta a la presencia de las mujeres y hombres, se suceden
en un orden judeocristiano. En el poema “Creadores de dioses y
demonios” a
los hombres los despoja de la cosificación cultural y los transforma
en seres inermes, así lo alude Lucas de Juana:
“Y
el espíritu del hombre silvestre
Se
confundió y todo se lleno de dudas”
El
hombre, es esencialmente un sujeto que por naturaleza es indefenso,
cargado de ignorancia, que transita por la sociedad que lo colma de
incertidumbres, bajo una estructura hegemónica, que no lo injiere y
a la postre lo aborta, como lo indica Lucas Barreto:
“Pero
el hombre puro
Comprendió
que Dios”
El
hombre está sujeto a Dios, quien aparentemente lo reconoce como hijo
y le abre los senderos por los cuales transita de manera tortuosa y
pecadora, veamos como lo cita Lucas de Juana, en el poema “Damas de
la noche”:
“Las
que no pueden ser
lechadas
por Cupido
porque
Eros no se los permite
son
el refugio de traicionados
y
solitarios.
Institutrices
y preparadoras de hombres
para
sagrados matrimonios”
La
presencia de Eros, perpetua la estadía en la tierra, convierte a la
especie humana en herederos universales, como lo afirma Briceño
Guerrero, (1962:8) en su libro “Qué es la filosofía”: “El
hombre es un hacedor de proyectos, los cuales están siempre
expuestos a la frustración.”8.
Este talante fatalista, es condicionado por la sociedad, la cual fija
y la estigmatiza mediantes reflejos latentes, como lo reitera Lucas
en el poema “Homos homosexuales”:
“Señores
homosexuales
ya
no más irreverencia
a
Dios y a tus prójimos
disfrazándote
de mujer
porque
simplemente
ustedes
son hombres
que
aman a los hombres”
En
esa búsqueda incesante, el hombre intenta redefinirse y evadir las
celdas carcelarias de la sociedad, la misma que condiciona su
protagonismo; aunque casi siempre realiza un cabotaje vivencial para
luego calar en los puertos de una realidad, que a veces es del “ser”,
como lo afirmara Jean-Paul Sartre. (2000: 16):
“Los
que viven en sociedad han aprendido a mirarse en los espejos, tal
como los ven sus amigos. Yo no tengo amigos; ¿por eso es mi carne
tan desnuda? Sí, es como la naturaleza sin los hombres.”9
En
el poemario “Dioses y demonios” hay un fugaz protagonismo del
hombre, y casi paralelamente irrumpe la mujer en la cosmovisión de
Lucas Barreto. De este modo lo relata en el poema “A un negro
descarriado”, asume la mujer como compañera: “mujeres
inocentes”, las cuales son objeto de deseos. Así lo cita en el
poema “Cura pederasta”: “La mujer del prójimo”; mientras que
en el poema “Para una mujer que se fue” ella se aleja pero bajo
un manto del anhelo:
“Para
una mujer que se fue
y
me dejó envuelto
en
llamaradas de dolor y deseo.”.
Pero
esta presencia, inmanente, lujuriosa, fálica, transciende el hecho
carnal y arriba a una invención simbólica como lo son las palabras,
si lo acota en el poema “Una diosa que se disfrazo de mujer”:
“Que
puedo yo hablarte
si
tú eres verbo hecho mujer”
La
palabra, es la representación inmaterial; pero ella existe, está
mediatizada por la cosmovisión del sujeto-sociedad. Su cuerpo se
transfigura en éter cuando se traslada a la conciencia, como lo
afirma Tehila Lapedot. (2016:275): “Sin palabras, entra en el
espacio, llena el aire con las memorias de su carne.”10
Para
concluir, la configuración de la mujer y el hombre en el poemario
“Dioses y demonios”, no asciende al plano mítico, sino que son
elaboraciones sociales, simplemente humanas, refractarias de una
sociedad, protagonistas en el contexto y constructores por los
senderos por donde transitará.
El
ser humano no es más que el entrecruce del vivir y desvivir, como lo
asevera Friedrich Nietzsche. (2012:163): “Y sea cual sea mi destino
o la eventualidad que me aguarde, siempre será para mí un viaje y
una ascensión: a la postre se vive uno a sí mismo solamente.”.
Si
bien en la cosmogonía de Lucas, existe una columna vertebral, a sus
lados crea un entramado de dioses, diosas, hombre y mujer, los cuales
se exhiben de manera reiterada.
Morada
ya la tierra, la mujer y hombre, el poeta añade valores éticos
como: demonios, sagrado, santa, bien, infiernos, benditas,
celestial, devoción, divino, evangelio, fe, lujuria, pecados,
perdón, salmos, virgen; mientras que la representación material se
pueden observar: aguas, cielos, muerte, ríos, tierra, pan, arcoíris,
montañas, tierras, vinos, profetas, sacerdotes, entre otros.
Diseñado
el mundo, llama poderosamente la atención que Lucas Barreto, en
ningún momento hace mención al Paraíso, lo que nos hace suponer de
su inexistencia, caso contrario sucede con el Infierno, el cual
aparece mencionado en el poema de “Creadores de dioses y demonios”:
“Porque
ellos son creadores
De
gloria de infiernos
De
pecados y perdones”.
Asimismo
en el poema “Balar de ovejas por silbidos de bombas”, en donde se
hace referencia a Dios y el Infierno expresa:
“Con
bombardeos de dolor
Con
bombardeos de muerte
Con
bombas de infiernos
Corrigen
de Iahvé nacimientos equívocos”
En
ninguna otra parte reseña al infierno, pero es pertinente indicar
que cuando hace mención a él, lo terrenaliza como una condición
societal, inferimos que la ausencia del Paraíso y la existencia del
Infierno sólo es posible en la orbe. Subrayamos que Lucas de Juana,
(2013), al igual que Charles Baudelaire, (2014), admite la existencia
del infierno el cual mora en las entrañas de la sociedad, como lo
menciona Ludovico Silva. (2009:100):
“La
relación… con Dios es una relación diabólica, como ocurre con
Baudelaire. Pero, mientras Baudelaire culpa a la sociedad de ser ella
misma satánica… tal vez a Cristo, quien se supone que bajó a los
infiernos para ver a los condenados.”11
Para
dar por concluido este breve bosquejo, podemos afirma que el poeta
Lucas Barreto (2013), o mejor dicho Lucas de Juana, diseñó en el
poemario “Dioses y Demonios”, una cosmogonía que parte de Dios,
desciende a través de las diosas y dioses, e incorpora primeramente
al hombre como ser temeroso, trémulo de fantasía y pecador en
esencia; luego, es concebida la mujer. Poblada la tierra, se crean
lugares y objetos, asimismo, prevalecerá una cosmovisión ética. El
infierno es la atmosfera de la morada; mientras que, el paraíso no
es más que una ausencia trágica de la vida como lo señala Lucas de
Juana (2013), en “Con dolor Abeles y Caines”.
Sabana
de Pararana,
29 de junio de 2016. Hora: 9 Am. Una mañana de copiosa lluvia.
1
Texto que se incorporara al
Blog creado en el marco del Festival Mundial de Poesía. Capítulo
Yaracuy, junio-julio de 2016. Lucas Barreto o Lucas de Juana es el
poeta regional homenajeado.
2
Lucas Barreto o Lucas
de Juana. (Junio 2013). Diosas y demonios. San Felipe: Plataforma
del libro, Red Nacional de Escritores de Yaracuy y Ediciones
HogueraVerbal.
3
Ricciotto Canudo.
(1911). Manifiesto de las Siete Artes. Disponible en
http://cinefagos.net/paradigm/index.php/otros-textos/documentos/436-manifiesto-de-las-siete-artes
6
Charles Baudelaire. (2014). Las flores del mal. s/c.: Proyecto
Espartaco.
7
Robert Graves Los Mitos Griego. (1985), Madrid: Alianza Editorial
Madrid. Colección: El Libro de Bolsillo. Volumen I.
8
J. M. Briceño Guerrero. (1962) en su libro “Qué es la
filosofía”: Mérida: Ediciones Puerta del Sol.
9Jean-Paul
Sartre. Jean. (1990). La nausea. México: Editorial Época. (9ª
Educción).
10
Tehila Lapedot (Otros). (2015). Finalistas del IV concurso
internacional de microrelatos. Madrid: Fundación César Egido
Serrano.
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