"Vale
más un loco claro y soñador
que
cien profesionales alienados"
Lucas
de Juana
Andaba Dante fiel a
la guiatura de Virgilio cuando encima del portón leyeron:
"Per me si
Va nell'a cittá dolente
per me si va
nell eterno dolore
per me si va tra
la perduta gente"
Escribe Dante que
tal inscripción produce temor en quien lo lea. Vertido al español
dice el terceto: "Por mí se va a la ciudad doliente / por mí
se va al eternal dolor / por mí se va con la perdida gente"
(Divina Comedia, canto tercero del infierno). Virgilio animó al
poeta con suaves palabras y le conminó a entrar.
Este libro de Lucas
debe estar antecedido por este cartel: “Por este libro se va a
la verdad oscurecida”. Pero hay que animar al lector a
continuar la ruta. Y este emparentamiento con Dante Alighieri no es
una fórmula de cortesía. Al avanzar por entre los cantos de "Diosas
y demonios" se percibe un aire medieval. Es como revivir esa
lucha a sangre que debieron enfrentar los primeros humanistas por
emerger (salir) de la oquedad que el cristianismo había horadado en
todos los órdenes de la vida. Tal como los primeros herejes, Lucas
de Juana señala con el dedo rotundo de la verdad y los ojos claros
de la vigilia el origen mismo de las sombras:
"Pero
también crearon
dioses,
esperanzas y ultramundos
y todo lo
guardaron en un opúsculo
que más tarde
se convertiría
en el gran libro
de la verdad"
(10)
Y es cierto que las
escasa carnes de Lucas se habrían chamuscado en las brasas del Santo
Oficio si no hubiese acertado nacer en estos tiempos. Distinto
destino padeció Giordano Bruno.
Para llevar a
término esta cruzada inversa, Lucas prescinde de toda norma o
voluntad alienatoria. Devela lo que está oculto tras el manto de los
estamentos, de las filosofías, para concitar una mirada a la
realidad desnuda:
"Eres la
burla de los que te premiaron
porque ellos
saben
que tú no
siembras flores
sino bases
infernales"
Así le habla, de
tú a tú, al negro descarriado de Barack Obama. Y así a Ratzinger,
es decir: a los envalentonados sostenedores de imperialismos
terrestres y celestes. Y no es que se esté salvando el pibe
"Francisco I",
que ya debe estar redactándole Lucas una epístola puntiaguda.
¿Dijo alguien
"poeta maldito"? Si fuese así, tendríamos a Lucas de
Juana como el miembro secular de una cofradía de seres ojiabiertos.
Escribe Lucas:
"Porque sé
que no soy
el mejor de tus
hijos
pero soy tu hijo
en una eterna
lucha conmigo mismo" (31)
Y dijo Baudelaire:
"Maudite
soit la nuit aux plaisirs éphémeres
ou mon ventre a
conçu mon expiation!"
Que en español es
como decir: "maldita sea la noche de los placeres efímeros
cuando mi vientre concibió mi castigo" (Charles Baudelaire
'Fleurs du mal'). Una Visión particularisima, aún blasfematoria
en Baudelaire, reflexiva (acto reflejo) en de Juana, en ambos el
nacer está signado por el bien-decir (la ironía en Baudelaire se
descubre en el nombre del poema: "Bénédiction") que es
una forma laica y por lo tanto humana de erigir a la persona por
medio de la palabra. El bien-decir laico es colocar al ser en un
nivel cualitativo a la vez que aprobatorio, en un nivel esperanzador.
Lo que el francés eleva por mediación libre de los símbolos
teologales, nuestro chivacoeño lo hace desde una actitud re-ligaria
originaria.
Lo que no se debe
negar es que LucAs es un caballero, sin caballo. Y actúa como
aquellos caballeros quienes antes de partir hacia una aventura hacían
advocaciones sentimentales a su amada. Amadís de Gaula a basa todas
sus peripecias en el amor que rinde a Oriana, hija del rey Lisuarte;
asi, nuestro caballero Lucas de Juana lega todos sus afectos a la
doncella que queda atrapada en una caja de cristal. Esta Oriana amada
está confinada a convivir entre libros, sometida al influjo de los
tomos impresos y esa especie de fortaleza levantada en poesía se
convierte en núcleo atrayente para esta alma sensible y sensitiva.
Resulta que para nuestro poeta la Mujer es la antípoda aventajada
respecto al hombre, la cual se inviste en la condición de Diosa, en
oposición a demonios a los cuales somos relegados los varones. Es de
notar que en esta sencilla geometría de la atracción amorosa se
insiste en el tono galante.
Se puede percibir
en esta creación lucaniana un desfile de expresiones arcaicas que
dan con el origen de la lengua: calipédico, garboso, suasorio,
tarquinado, lo que le otorga ese sabor antiguo y renovado a la
vez a este libro que con mucho y justo placer hoy presentamos.
Radamés Laerte
Giménez, en ocasión de presentar Diosas y Demonios, abril de 2014
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